Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 6 de febrero de 2011

Venezuela – La Tierra de Bolívar

En 1986, llegamos al Aeropuerto internacional de Maiquetía, listos para descubrir un nuevo mundo, esta vez el idioma local era el español. Al salir de la terminal, estaba esperándonos el funcionario administritivo de la Embajada del Canadá. Lo que más llamaba la atención en ese sitio eran los llamados ‘ranchitos’ en las laderas de los cerros rodeando la bahía y la ciudad. Todos miramos por la ventana del automóvil que nos conducía a casa en Caracas, que la densa vegetación era parecida a la de Brasil, con tierra rojiza, árboles frondosos tipo selvático y además una gran posibilidad de una sorprendente fauna, todo mezclado entre los ‘ranchitos’. Nos sentimos un tanto cuanto familiarizados en cuanto a nuestro nuevo entorno.

Bandera de Venezuela de 1930 a 2006.
El departamento que nos habían asignado era el sueño de mi madre. Salvo que tenía una escalera sin barandas – el tipo de escalera que atrae a cualquier niño para bajarlas deslizándose sobre el trasero, ‘nosotros nunca lo hicimos’ – tres pisos sólidos, con acceso al tejado – donde no había ni baranda ni muros, por lo tanto éste era un lugar donde fácilmente se podía uno caer desde arriba del edificio de tres pisos – y nuestro jardín posterior con plantas de bambú, como separación de nuestros vecinos contiguos. Una de nuestras primeras experiencias en ese jardín fue conocer a nuestro vecino, Rocky – un perro enorme, maloliente, deseoso de que le prestaran atención. Era un tanto cuanto atlético y se las ingeniaba para saltar a nuestro jardín en varias ocasiones. Mi hermano y yo, adoptamos inmediatamente este perro como amigo, a pesar de la consternación de mi madre. No era de sorprenderse que no nos quedásemos en ese lugar durante mucho tiempo, mi madre presionó a mi padre para conseguir un lugar libre de riesgos y más apropiado para una pequeña familia.

Nos mudamos a otro lugar cercano llamado Santa Paula, en el Cafetal, Caracas, una casa de dos pisos con un gran jardín cercado para que mis padres estuvieran tranquilos. También teníamos un perro guardián llamado Snap, un pastor alemán sumamente elegante que nos había legado el dueño, originario de Bulgaria,  y también una mortal tortuga terrestre quien podía ocuparse de las amenazas del enemigo por el simple hecho del aburrimiento total, se llamaba Touché. Éste era un lugar maravilloso para vivir ya que era una comunidad segura, contaba con suficiente presencia policial y la mayoría de nuestros vecinos eran empresarios extranjeros o diplomáticos de otros países.

 
Brian y yo, y en el fondo Caracas
Sabíamos que Caracas podría ser un lugar lleno de emociones para nosotros como familia,  mi hermano y yo estábamos bien entrenados con respecto a nuestro nuevo estilo de vida. Ahora, ya no podíamos jugar más en la calle debido a la inseguridad, y la nueva área de juego era solamente el jardín posterior. Recuerdo montar en bicicleta alrededor de la casa y construir fuertes con los muebles del jardín, lo cual siempre les pareció bien a mis padres. Mi hermano y yo, notábamos cuando salíamos a caminar con mi mamá y mi papá que no habían niños en la calle como en Ottawa.

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