Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 19 de febrero de 2012

Lazos de Familia – Los Primos Hermanos


Todos llevamos por dentro una brújula, concebida por una tecnología interna ligada a la sangre, la cual nos exige con naturalidad andar por un peregrinar hacia nuestra propia Meca. Los que viven en el extranjero o lejos de su lugar natal conocen esa voz interna. Muchos niños y personas transculturales se dan cuenta de esto en algún momento de su vida y sienten una forma de envidia de los que viven una vida mas sedentaria. Estos últimos tienen la ventaja de jugar en el estadio local en frente a su querida afición, gozando día a día de esta oportunidad que les permite crear vínculos muy sólidos con todas las generaciones. El equipo visitante, criado en un ritmo nómada categorizándolos como “ciudadanos del mundo”, tienen una gran desventaja pero siguen buscando ese refugio donde solamente la familia hace la diferencia. Esa necesidad de amor incondicional tiene un parecido al niño buscando el apoyo de un padre después de haber logrado la más grande hazaña de su carrera estudiantil. El aventurero nómada busca esa familia para darle paz a una mente cansada en el campo de batalla contra la inestabilidad.

Mi querida familia, mi tia, mi tio y mis primos.

Al partir mi hermano del hogar, necesitaba darle sentido a mi vida y mi brújula interna estaba lista para llevarme a mi destino, tan sólo esperando que el resto de mi persona decidiera cual era. De cierta forma, podemos decir que éste era el lado positivo del terrorismo en Lima y de ser el blanco. Tal como lo comenté en mi última entrada de blog, los viajes me alejaban de mis amigos en esos momentos que disponíamos de más tiempo para pasar juntos. Era como ganar un torneo de fútbol de barrio sin tener un festejo y fuera de este lugar, nadie había escuchado hablar de este certamen. La primera recompensa que recibí fue algo camuflada en un inicio luego de nuestra evacuación andina durante las vacaciones más largas: enero y febrero del '98 – recuerden que estos son los meses de verano en el hemisferio sur y paralelamente a esto, mi dulce tierra natal estaba cubierta de nieve y además con temperaturas más bajas que un congelador. ¿Quién abandonaría el cálido abrazo del verano tropical, playas arenosas, actividades al aire libre, para encerrar a su familia dentro de un clima artificial rodeado de un frio polar? Esto ahora significaba que los próximos dos meses serían con Mémé, mi abuela materna y la familia de mi madreAhora podía gozar de ellos por más de una semana al año, al contrario de la época donde era nada más que un chiquillo.

La primer ventaja benefició mucho a mi mamá. Ella estaba aún escapando el fantasma del cáncer que la estuvo atormentando, entorpeciendo su rutina regular y necesitaba ver a su madre. La familia de mi madre – una gran y numerosa familia rematando el casting protagonizada en la Boda Griega – siempre fue muy unida. Se apoyaban siempre dejando un maravilloso ejemplo a cada generación, sobreviviendo incluso ante guerras mundiales, conflictos, exilio y otros terribles desafíos. Estoy seguro que ellos empezaron a darle una imagen a lo que realmente es el intercambio cultural, contando con miembros de la familia provenientes de Bélgica, Francia y España – entre otros – adaptándose a nuevos horizontes. Si decidiera entrar más en detalle en este asunto, necesitaría mínimo un par de años de blogs, pero es una historia muy interesante llevando a vínculos con Maximiliano Hapsburg, monarca austriaco y Emperador de México, el General Bazaine, Mariscal de Francia y el Presidente Porfirio Diaz de México. Basta con decirlo, Maman sabía cual era su tierra santa y el poder mudarse esta inscrito en su código genético – incluyendo las herramientas necesarias para poder formar un hogar en cualquier parte del mundo. Yo aún estaba intentando de descubrir cual era la mía.

Al quedarnos con mi abuela, por fin empecé a conocer a mis primos hermanos, Fernando, Javier y Annie. Era complicado pasar la mayor parte del tiempo posible con ellos debido a sus obligaciones escolares, sus compromisos con amigos de toda la vida – asuntos paralelos a los míos si hubiese podido quedarme en Lima. No obstante, hicieron todo lo que pudieron para incluirme en algunas salidas, tales como ir al cine o a tomar un delicioso café. Fueron momentos muy especiales pues realmente aprendí quienes eran después de esa época de travesuras en el jardín de mis abuelos. Nuestros padres solían emparejarnos por edades cuando éramos chicos, pero realmente ninguna combinación funcionaba en mi caso – yo era demasiado grande para jugar con Javier y muy chico para Fernando – y esta época ya había llegado a su conclusión. Ahora, nuestra manera de relacionarnos evolucionó junto con nuestra edad y diálogo, intercambiando ideas musicales y demostrando un cierto interés en nuestras vidas mismo sin tener muchos paralelos.

Con la mejor abuela del mundo en la playa

Entre los elementos más curiosos e interesantes de mi estimada familia, aunque  crecimos en mundos aparte, éramos como hermanos y hermanas. Todos fuimos criados con valores similares y apreciábamos lo que era ser una familia. Mis momentos preferidos eran cuando todos estábamos sentados en la mesa en casa de mi Mémé (mi abuela) para comer, escuchando a todos reír y charlar mientras almorzábamos una comida hecha en casa. Estas experiencias vividas en enero y febrero de 1998 fueron clave para mí para lograr entender lo que significaba la extensa familia y la suerte que tenía de tener a mis padrinos – mi tío Fernando y mi tati Annie. Todos me hicieron sentir como en casa – a pesar de algunos chistes un poco pesados por ser tan buenmoso – pero siempre supe que tenía otro hogar cerca de ellos si algún día lo necesitara. Sabía que de ahora en adelante, estaría esperando las próximas vacaciones para volver a verlos e invertir tiempo de calidad con ellos y mi Mémé.

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