Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 13 de mayo de 2012

Encontrando El Equilibrio En La Guerra De Los Sexos

Quiero desear a todas las madres – y las que un día lo serán – en este día tan especial en que las conmemoramos en el Canadá y también cruzando nuestra frontera hacia el sur. ¿Qué sería el mundo sin ustedes? Muchos países alrededor del globo terrestre tienen un día en particular dedicado a esas personas, los pilares de familias, para agradecer esta contribución sin igual a la humanidad entera. Este trabajo seguramente es uno de los más difíciles sin remuneración y quiero personalmente agradecerles por toda su dedicación y sacrificio. Parece que ser padre en estos tiempos se está volviendo una opción aún más complicada que en la época de generaciones anteriores, y claro está que no podemos olvidarnos de las mujeres que se vuelven madres sin tener su propia voz para tomar decisiones. Realmente creo que deberíamos dedicar mucho más que un solitario día de los 365 para agradecerles, sobre todo ahora cuando nuestra civilización parece estar viviendo una de-evolución.

Hace milenios en Disneylandia, aunque parece el Canadá

El papel de la mujer parece cambiar en todos y cada uno de los continentes junto con la cultura de cada país. Las olas del movimiento revolucionario del feminismo en regiones tales como América del Norte y el Norte de Europa ya ha sucedido, promoviendo derechos importantes a la mujer en la sociedad moderna, dejando en el tiempo ese rol subordinado. No obstante, muchas personas, incluyendo las pioneras de la revolución femenina en estos lugares argumentan que la ola fue un tsunami que superó la meta que era de alcanzar la igualdad de género. Uno tan sólo debe ver los anuncios  de la televisión, en estos países para darse cuenta: el hombre lo pintan cómo un ignorante, totalmente inútil, sin saber qué hacer sin la ayuda de su talentosa mujer. Los medios de publicidad están logrando socavar el papel del hombre, dejando su labor tradicional como el que ganaba el pan de cada día convirtiéndolo en un objeto presindible e innecesario. La mujer puede elegir tener un hombre en su vida pero no significa que lo necesite para sobrevivir. El hombre es un producto en el mercado de las consumidoras. Ahora nos encontramos con esta realidad y quizás por eso, vemos más hombres buscando su felicidad fuera de su cultura y sus fronteras. Algo tiene que ceder.

En otras partes de nuestro planeta, la mujer sigue viviendo la realidad que nuestros hombres apenas están descubriendo en el “mundo desarrollado.” Recuerdo cuando niño viviendo en Latinoamérica, la cultura ponía a la madre en un tipo de pedestal en lo más alto de la sociedad. Pero este respeto era más que nada simbólico por el hecho de que eran madres. El inconveniente para ellas era el de ser mujer. El hombre era aún el protagonista en ese mundo, saliendo como valiente cazador en busca de comida y sustento para que la mujer y su familia tuvieran un techo para vivir. La responsabilidad maternal se limitaba a los deberes del hogar, tener hijos, hacer el aseo y tener comida en la mesa. Este orden es considerado sagrado en esas partes del mundo. Un hombre no debe ni tocar la aspiradora ni preparar una comida para su familia – para qué cocinar si hay un local que vende pollos asados a una cuadra de la casa – y la mujer no debe romper el silencio que la encadena. Quizás este orden fue establecido en la era colonial española cambiando el Nuevo Mundo para siempre o era alguna mezcla con la cultura aborigen. Igual, para ellos no se trata de que nadie reviente esa burbuja sagrada para cambiar los roles, la cual puede realmente y facilmente desaparecer.

La guerra de los sexos ya tiene mucho tiempo intercambiando disparos, probablemente desde el Jardín de Edén. ¿Será que Adán y Eva necesitan una terapia de parejas? Llueve sobre mojado. Tal como en todas las grandes batallas, no hay un claro ganador. Siempre hay pérdidas, daños colaterales, bajas civiles y detrás de todo, pocos que realmente benefician del conflicto sin una sola gota de sangre en las manos. Sin duda alguna, el hombre ha sido el gran beneficiario en la mayoría de las culturas y religiones y pocos grupos que conocemos han decidido adoptar una estructura matriarcal. La mujer debe cargar el hijo dentro del vientre, dar luz y dedicarse a sus pequeños para darles las herramientas – junto con darle su vida a convertir su adorable niñito en un hombre más – para triunfar en la vida, suele ser un papel secundario tal como les indica la jerarquía en su medio cultural. Esto se me hace algo complicado de aceptar. Las madres juegan un rol secundario dentro de un orden sagrado cuando realmente valen más por lo que aportan.

El Sr. Miyagi nos enseño la importancia del equilibrio



Muchas experiencias de vida nos enseñan una lección de equilibrio. La filosofía asiática predica el famoso concepto del yin y el yang, usado para describir el aspecto doble facético de nuestra existencia. Al debutar en el mundo profesional, se nos enseña la importancia de saber manejar sus prioridades para compartir el tiempo entre el trabajo y la familia para evitar una crisis laboral. Los doctores suelen sugerir a sus pacientes que practiquen la moderación en cuando al consumo del alcohol. Parece que vivimos en un ambiente que intenta recordarnos lo importante que es encontrar un término medio, lo que siempre asocio con la cooperación. Cooperación es muy distinto a la competencia. Se puede ganar en equipo. El mensaje que dedico a este conflicto armado entre la mujer y el hombre es de encontrar ese equilibrio: el punto donde uno no debe tener una ventaja contra el otro. Podemos ganar mucho al trabajar juntos en vez de deshacernos de obligaciones dejándolos para la otra persona sélo por una mala costumbre que aprendimos del pasado en culturas opresivas. No se trata de volver a cometer errores, si no aprender de ellos. El lugar de la madre es siempre al lado del padre, no uno detrás del otro como si se tratara de un ejército.

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