¿ Se atreve alguien a
identificar el enlace que une a personas como Axl Rose, Catherine Zeta-Jones,
Michael Phelps y Abraham Lincoln? Todos han padecido enfermedades mentales. Si
me hubiesen preguntado hace un par de meses, jamás lo hubiera imaginado. Este
tipo de enfermedad afecta 1 de cada 4 personas en algún momento de su vida y
las repercusiones llegan a afectar familias y amistades. Este chip puede activarse
cuando una persona debe enfrentarse a una muerte en su familia, el uso de
drogas, herencia genética, alguna enfermedad grave, una fuerte lesión (tal como
un golpe en la cabeza) o como resultado de alguna experiencia traumática como
una guerra o el abuso de menores.
Como toda cruel enfermedad, ésta
no discrimina ninguna edad, estatus social, color de piel, etc. Durante el mes
de octubre, CBC (nuestro gigante de los medios de comunicación canadienses)
publicó una interesante serie de artículos intentando educar al público sobre
este tipo de desórdenes mentales y la falta de servicios para ayudar a todos
aquellos que necesitan urgentemente ser seguidos por profesionales. Aquí en la
provincia de Ontario puede tomar hasta 2 años de espera antes de poder ver a un
psiquiatra y sentarse junto con él para una evaluación inicial y las listas de
espera son alarmantes. Por otro lado, si uno es diagnosticado con cáncer,
problemas cardiacos, infartos o cualquier otro evento de esa categoría, los
pacientes pasan a una lista de alta prioridad recibiendo los mejores cuidados
médicos. Además, estas enfermedades no pasan por el mismo estigma que se le
agrega a los que padecen de desórdenes mentales.
Hace un par de semanas, escuché
también por lo medios de comunicación que en la ciudad de Ottawa, una mujer –
ama de casa y madre de dos niños – conocida por ser una persona alegre e
involucrada en su comunidad, mató a sus hijos de 6 y 4 años mientras su marido
estaba trabajando. Cuando éste volvió a casa, el señor encontró los dos cuerpos
de sus hijos sin vida y su esposa tirada en el piso mientras su luz se empezaba
a apagar. Llamó rápidamente una ambulancia para llevar a su esposa al hospital
pero murió en camino. Esto fue un caso claro de enfermedad mental que pasó desapercibido
no sólo en la comunidad pero dentro de su propia casa. Es una gran tragedia
para toda la familia que subraya fallas importantes del sistema de salud,
mostrando una terrible negligencia en la salud e higiene mental.
De ninguna manera los estoy pidiendo
que busquen estos padecimientos ni que consideren a este tipo de personas como
una amenaza a nuestra sociedad civilizada. Los hechos hablan por sí mismos.
Seguramente pueden tener algún amigo, miembro de su familia, colega de trabajo
o algún conocido que está pasando por un momento depresivo, trastorno bipolar, trastorno
obsesivo compulsivo, o cualquier otro tipo de trastorno. He conocido personas
pasando por estas dificultades y me sentí totalmente inútil al no poder brindar
apoyo importante sin saber la frecuencia de estos casos. Uno se siente como si tuviera
que andar con pies de plomo con estas personas. Es decir, nunca sabemos cómo
van a reaccionar. El motivo por el cual comparto esta entrada de blog es con el
fin de ayudar a señalar esta realidad y una vez que logren identificar un caso,
no se sientan perdidos al enfrentarse con esas personas, poder apoyarlos y
defender sus seres queridos.
Anteriormente, solíamos decir que la gente tenía
mal carácter o que eran malcriados en vez
de pensar que era algo más grave y bastante común. Muchos médicos en medicina
general siguen repitiendo lo mismo, en vez de referir a sus pacientes al
especialista adecuado. Los que padecen de esto siempre demuestran patrones que
podemos identificar tales como comportamiento irracional, excéntrico,
distraído, desordenado, insensible y egoísta. Las enfermedades mentales sí son
muy egoístas, pues quien la padece se siente como si estuviese batallando
contra el mundo entero. Se van aislando poco a poco hasta que se quedan solos
para enfrentar todo el estrés acumulado por sus circunstancias y hasta llegan a
contemplar el suicidio.
Como padre, esposo, esposa o
amigo, puede ser una enorme tarea ayudar a su ser querido pasando por una
enfermedad mental. Aunque la persona afectada puede llegar a parecer
concentrada en su trabajo, creativa en sus artes y hasta aparentar estar bajo
control en cualquier situación, nunca sentirá que hay algo que no está
funcionando dentro de ella misma. La persona que observa de cerca se dará
cuenta que la persona parece poco motivada, durmiendo largas horas, falta al
trabajo a menudo, olvida comer, no tiene noción del tiempo y es muy distraída,
rara vez se acuerda de algo que no tiene nada que ver con ella misma. Ese
observador sabe que algo no está bien. Si necesitan alguna dirección para
lidiar con estas situaciones, existen excelentes programas ofrecidos por NAMI
en varios países que pueden darles las herramientas para poder ser un apoyo.
Recuerden lo que dijo el amigo Bob: “No juzguen antes de juzgarse a sí mismo.”
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